El silencio es salud, dice el viejo dicho, tan vigente como siempre.
Ahorro de energía, es uno de los primeros factores de saber convivir con la naturaleza, dejar que el sol caliente lo que tiene que calentar y que por la noche de enfríe lo que se tiene que enfriar, dice el más moderno canon de la Arquitectura moderna.
En algunos países de Europa, como en Alemania, la mejor forma de conseguir que un edificio disminuya la demanda energética es aumenta el aislamiento. Esta solución, implica más gasto en materiales de construcción y dejar la naturaleza afuera, con cerramientos reforzados, vidrios que impiden la luz directa y otros aspectos cuya consecuencia es una vida sin participación de la condición natural del hombre.
En Estados Unidos, te fabrican el aire libre, dice un chiste difundido entre inmobiliarias.
En los barrios cerrados, todas las premisas necesarias para el ahorro de energía se vuelven más directas, más sencillas, sin evitar lo que mejor tiene esta propuesta: precisamente la naturaleza.
La calidad de vida es una construcción, en vez del aire, nos dicen desde la inmobiliaria Mazzei, no basta tener propiedades rodeadas de un lago, árboles y cierta distancia con el vecino más cercano que nos garantiza el silencio; una tención permanente para que ese entorno continúe saneado, ofreciendo lo que el inversos viene a buscar: naturaleza, lago, bajo uso de energía.
Todo lo cual a su vez, produce un encuentro con el paradigma del presente siglo: los procedimientos para mantener el gasto energético bajo, produce la elevación de gastos en otros sentidos: vigilancia, personal entrenado, capacitación y control.
Desde la inmobiliaria Mazzei nos trasmiten que algunos deciden tratar de intervenir con la realidad, imponiéndose, volviéndose una especie de Gran Hermano que todo lo fiscaliza y se hace de un poder por encima de todos que digita lo que debe ocurrir; esa molestia a su vez, comienza a competir con la ansiada tranquilidad, que tiene gran componente de privacidad en barrios privados.
No es la idea que prima en los barrios privados, la forma en que el barrio configura su bienestar, depende de los mismos propietarios.
Se constituye una sociedad con objetivos comunes, pactar entre vecinos es un modelo que funciona desde siempre, sobre todo cuando se constituyen los principales puntos por los que cada uno selecciona el espacio de vivienda.
Aprovechar el sol, con materiales apropiados, la limpieza del agua, la cercanía o aislación en equilibrio, y control de lo que compete a niños y adolescentes, son el factor común.
Seguridad para todos, personas y naturaleza, para ambos, la energía es fundamental.
La limpieza de lagos, ríos, piscinas, son factores que tienen que ver con la salud del grupo, el saneamiento ambiental es una condición que no se compara contra el tiempo o personal que se designa para esta importante tarea.
Que por otra parte no es patrimonio de los barrios cerrados, sino de la humanidad completa.
Cuidar de estas propuestas que se dan en los barrios privados en Canning, Ezeiza, es prácticamente una responsabilidad.
Mientras en el llamado primer mundo se crean techos verdes o jardines verticales, con tecnología compleja y que no aportan a la sensación de reducción del espacio personal, en los barrios privados el derroche es el espacio, y sus habitantes, conscientes de ello, aportan al proceso del cuidado con atención sobre la oportunidad de participar de un paraíso personal.
Cartón resistente, una idea de un diseñador chino que promete ingresar en el mercado de decoración de interiores, industria del mueble y otras opciones.
La burbuja inmobiliaria provoca efectos secundarios, cualquiera con una propiedad arma un sitio para atendión turística sin tener la menor idea de cómo se lleva adelante un servicio de hotel.